No es que sea un destino muy muy curioso que digamos, pero el Palacio de Buckingham en Londres sí que tiene muchas curiosidades que contar. Es de esos lugares de los que se podría decir perfectamente aquello de: … si las paredes hablaran… Pero no, mejor que estén calladitas y descubramos nosotros mismos esos secretos.
Para empezar a curiosear nos apostamos en la entrada del palacio, para ver el cambio de guardia que se produce todos los días a las 11.00-11.30 horas (los domingos a las 10.00). Los guardias van desde los cuarteles de Wellington al palacio. Sí, esos que os imagináis, con sus gorros negros de piel de oso y la casaca roja.Os recomiendo que estéis al menos una horita antes, por eso de la gente y la puntualidad británica.
Fijaros que este palacio fue construido por el Duque de Buckingham en 1703, pero no fue sino hasta el reinado de la reina Victoria, en 1837, cuando se convirtió en residencia real. Durante ese tiempo había servido para albergar actos y recepciones reales, pero los reyes preferían vivir en Clarence House.
No me extraña que la reina Victoria quisiera tanto a su marido Alberto. Nada más casarse con él, el pobre Alberto tuvo que dedicarse a solucionar todos los problemas que tenía el palacio, tales como malos olores pr culpa de la mala ventilación, escapes de gas por las lámparas, ambiente gélido al no poderse encender las chimeneas…
Tanto es así que, cuando murió el Príncipe Alberto, la reina Victoria abandonó Buckingham y se marchó a Windsor. Claro, ¿quién se iba a encargar ahora de todo?…
Por cierto, antes os hemos hablado del cambio de guardia. Pero, ¿queréis visitar el interior del castillo?. Pues sólo podréis hacerlo en agosto y septiembre, cuando la Familia Real se va de vacaciones al Castillo de Balmoral en Escocia. Aún así, de sus 661 habitaciones sólo se pueden visitar 19, las que se sitúan en el ala oeste, entre ellas el Salón del Trono y la Picture Gallery, la sala más grande del palacio.
Si de todas maneras queréis saber si la reina Isabel II está o no en ese momento dentro del palacio, sólo tenéis que mirar la bandera que ondea en la fachada principal. Si está la banderita, es que su majestad anda por el palacio. En caso contrario, ya sabéis, se habrá ido de compras… Por cierto, lo hace unas dos veces por semana…
Parece increíble que con los bombardeos que sufrió Londres durante las dos guerras mundiales, y siendo este un edificio tan emblemático, no sufriera daño alguno. Bueno, tan solo hubo de repararse la Capilla Real tras el bombardeo nazi de 1940, pero nada más. Tal vez no ondeara la bandera en la fachada principal y, claro, ¿para qué bombardear si no está la reina no?…
Foto Vía Mundo.com
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