Curiosamente su nombre significa en armenio monasterio nuevo, aunque ya de esto poco le queda, al ser construido en el siglo XII. Se trata del Monasterio de Noravank, situado cerca de la ciudad de Yeghegnadzor, a unos 120 kilómetros al sureste de Erevan, la capital de Armenia.
Más que el monasterio en sí, que es de una belleza más bien austera, hemos de fijarnos en el lugar en el que aparece enclavado. Dudo mucho que la primera pregunta que se hace cualquier turista al llegar aquí no sea: ¿cómo pudieron venir hasta aquí para hacer un monasterio?.
Pues es más, alrededor del monasterio se construyeron murallas en los siglos XVI y XVII, que aún se conservan. Por lo que se ve, algunos siglos antes que nosotros, ya otros le habían echado ojo al monasterio. Claro, tal vez no con las mismas intenciones.
El Monasterio de Noravank es conocido sobre todo por ser el lugar al que venían los monjes copistas armenios a copiar, decorar y restaurar los libros. Asimismo destaca por ser el mausoleo de los orbelianos y una de las residencias de los obispos de Syunik.
Pero, aparte de las iglesias de San Juan el Precursor, San Gregorio y Santa Madre de Dios que alberga el monasterio, impresiona tremendamente la paz y el silencio que se respiran contemplando los viejos muros de este monumento, uno de los cinco mejores de Armenia.
El ambiente espiritual que se puede vivir en medio de las montañas resulta mágico y sobrecogedor. Los acantilados de color rojo que se suceden alrededor de Novarank seguro que despertaron el interés de muchos durante todos estos siglos.
Debió ser maravillosa la tranquilidad y la calma con la que vivieron los monjes copistas que desarrollaban su labor en este monasterio. Así cualquiera, ¿verdad?.
Foto Vía Concord Travel