Es una pena que, en el lago donde Tchaikovsky se inspirara para su inmortal obra de El Lago de los Cisnes, ya no sólo haya patos y cisnes… Hasta hace bien poco, junto a la blancura de estas aves, vivía el reflejo prístino del Monasterio de Novodevichy, en Moscú.
Hoy, claro está, sigue allí su silueta, pero las aguas ya no lo reflejan con tanta belleza. Sin embargo, nada ni nadie será capaz jamás de desterrar la magia, el misterio y el misticismo que envuelve este rincón a orillas del río Moscú.
El Monasterio de Novodevichy fue fundado en 1524 por el Zar Basilio III. Al ver sus doce torres fortificadas uno se plantea el hecho de que tal vez esto no haya sido desde siempre una institución religiosa, sino algo más. Precisamente sirvió de prisión para la primera esposa del Zar Pedro el Grande.
Hoy en día sirve tanto de museo como de convento de monjas, además de servir en su momento de inspiración de compositores. En su interior se pueden visitar varias iglesias, aunque tal vez la más bonita sea la Catedral de la Virgen de Smolensk, construida en 1525, y que destaca por sus cinco cúpulas.
Precisamente el monasterio fue construido para conmemorar la toma de la ciudad lituana de Smolensk. Cuenta la leyenda que, en 1812, Napoleón, tan dado él a ciertos sacrilegios turísticos, quiso dinamitar esta catedral. Sin embargo, nadie sabe bien aún el porqué ni el cómo, fue salvada in extremis por las monjas que residían en ella.
Junto a esta catedral se encuentra la Iglesia de la Asunción, con un impresionante repertorio de iconos religiosos en su interior. Por aquí también anda la Iglesia de San Ambrosio y otros monumentos, como la Puerta de la Transfiguración o la Puerta de la Intercesión.
Dentro del recinto del monasterio se halla también el Cementerio de Novodevichy, que alberga hasta 27.000 tumbas y que, curiosamente, es uno de los lugares más turísticos de Moscú.
No en vano aquí yacen el descanso eterno algunos de los artistas, personalidades y políticos rusos más renombrados, como Nikolai Gogol, Anton Chejov, Ilya Ehrenburg, Raysa Gorbachov, Nikita Krushev, Vladimir Mayakovsky, Sergei Prokofiev y muchos más.
Cuando el invierno cae sobre Moscú, la silueta del Monasterio de Novodevichy y sus alrededores cambia completamente de aspecto, tornándose en un eterno reguero blanco y nostálgico. Cuentan que los atardeceres en este rincón de Moscú tienen un sabor infinito.
… como si sonara dentro de la propia nieve la voz de Tchaikovski.
Foto Vía On the Go Tours