No, no me van para nada las alturas. Creo que en alguna otra ocasión os lo he comentado. Vértigo, sudores, esa sensación de un ejército de hormigas tambaleándote las piernas. Vamos, que no se me ocurriría a mí en la vida hacer puenting. Ni siquiera en el Puente Kawarau, el lugar en el que, dicen los expertos, comenzó todo.
Y comenzó allá por 1988, en este puente, apenas 20 kilómetros al noroeste de Queenstown, una de las ciudades más turísticas de la isla sur de Nueva Zelanda. Allí dicen que se creó el puenting. Aunque, claro, son otros muchos puentes en el mundo los que se jactan de esta afirmación.
Sin embargo, cuando uno se asoma a los 43 metros de altura de este puente y deja caer en cascada la mirada hacia abajo, solo puedes pensar que sí, que este de Kawarau no sé si será el padre o la madre del puenting, pero que tiene muchas papeletas de serlo de eso no nos queda ninguna duda.
Y es que, para quien no lo sepa, Nueva Zelanda es el país con mayor número de practicantes de puenting. La gente en Nueva Zelanda está ávida de deportes extremos. En un país en el que bien se podría disfrutar relajadamente de la naturaleza, gran parte de sus habitantes no paran de buscar la manera de liberar tensiones y adrenalina.
El Puente Kawarau fue construido en 1882 sobre el río del mismo nombre. Curiosamente no representa la mayor altura que podemos saltar en Nueva Zelanda, pero sí la más apasionante y mística por lo que supone su historia. Al cabo del año son miles y miles los turistas y lugareños que se lanzan desde la pasarela. A otros nos queda el gusto, más sano, creo yo, de contemplarlos.
Es tanto el carácter turístico de este puente que la Oficina de Turismo de Queenstown organiza excursiones para los amantes de este deporte de riesgo. Desde la ciudad el transporte es gratuito, aunque para practicarlo hay que reunir una serie de requisitos.
Entre ellos ser mayor de 10 años, pesar más de 35 kilos y, claro, pagar el salto. Porque, eso sí, no se permiten saltos a lo loco (a menos que no os cojan, claro). El precio por salto es de 180 dólares para los adultos y 130 para los niños. Hay una oferta familiar de 480 dólares para saltar 2 adultos y dos niños.
A partir de ahí, hay un enorme tinglado turístico alrededor del puente. Por 45 dólares podéis encargar una foto de vuestro salto, el mismo precio que para un DVD. También se puede comprar el pack completo de foto y DVD por 80 euros.
En definitiva, no fui yo precisamente el que, después del viajecito a Nueva Zelanda, me propuse lanzarme desde el Puente Kawarau. Era imposible, con aquellos condicionantes, serle infiel a mi propio vértigo. La próxima será… ¿o no?…
Foto Vía Waymarking
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