El Templo Dorado de Amritsar, India

Amritsar es la ciudad santa de los sijs, un lugar sagrado que desprende un aire místico y espiritual que todo lo envuelve. A pesar de lo caótico en que se pueden llegar a convertir sus calles, la suciedad y el olor de sus callejones y un tráfico que merece no recordarse, todo se olvida frente al Templo de Oro y su Lago de la Inmortalidad.

A pesar de que desde el 2005 se conoce oficialmente como Harmandir Sahib, este recinto, el más sagrado para los sijs, sigue siendo el Templo de Oro para todo el mundo, turistas y lugareños por igual. Porque, a pesar de su belleza y su historia, para los sijs es su destino de peregrinación, más que un lugar santo.

Resulta cuanto menos curioso que, a pesar de la horda de turistas que se acerca a fotografiar el templo y sus alrededores, los sijs se envuelven bajo un manto de espiritualidad y silencio cada vez que sus ojos se bañan de la hermosura dorada de este templo.

Este Templo Dorado de Amritsar se construyó en 1574 en los terrenos que anteriormente había donado para ello el emperador mongol Akbar. Las obras concluyeron en 1601, aunque lo que podemos ver hoy es fruto de sucesivas restauraciones, ya que toda su riqueza fue saqueada a mediados del siglo XVIII.

Fijaros en su impresionante cúpula, construida en el siglo XIX, pues lleva más de cien kilos de oro y mármol decorativo. No es demasiado grande, ya que tiene forma de loto invertido.

Pero no todo ha sido misticismo y espiritualidad alrededor de este templo. En 1984, la Primera Ministra India, Indira Gandhi, ordenó atacar el templo, pues en él se refugiaban rebeldes sijs. Más de 500 personas murieron, tiñéndose de sangre el dorado del templo.

Aquello fue visto por los sijs como una verdadera profanación de su recinto sagrado. Tanto es así que, dos meses más tarde, Indira Gandhi era asesinada por dos miembros de la tribu sij, lo cual conllevó a una serie de disturbios que acabaron con la vida de muchos sijs.

Hoy en día aún pueden verse los vestigios de aquel ataque que sufrió el Templo Dorado en 1984. Siempre con respeto, el recinto puede ser visitado por todo aquel que le plazca. Eso sí, no se puede beber alcohol, fumar o comer carne en el interior.

Antes de entrar hay una pequeña oficina de información, con algunos detalles que hay que seguir para visitar el templo. A la entrada hay que quitarse los zapatos, cubrirse la cabeza con un pañuelo ( si no lleváis, allí os dan ) y lavaros los pies en una pequeña piscina poco profunda que veréis.

Os recomiendo la visita al Hari Mandir, o Templo Divino, la parte más bonita y sagrada del templo. Se halla en el centro del recinto, rodeado de agua. Además del dorado y sus cúpulas, tanto por dentro como por fuera el Templo Divino está decorado con versos del Granth Sahib, el libro sagrado de los sijs.

Las aguas que rodean este templo pertenecen al Lago de la Inmortalidad. Para cruzar el lago hay que pasar por el Puente Gurú, una larga calzada de mármol que simboliza el viaje del alma después de la muerte.

Seguro que será otro viaje el vuestro, claro, pero este tampoco lo olvidaréis…

Foto Vía Ochomiles