La Calle de los Suspiros en Colonia de Sacramento, Uruguay

Con esto de los suspiros a uno se le viene a la mente el Puente de los Suspiros en Venecia, ¿verdad?. Pues no, hoy nos vamos a la otra punta del mapa. Cruzamos el charco para situarnos en la ciudad de Colonia del Sacramento, al norte de Montevideo, en pleno Río de la Plata uruguayo.

El casco antiguo de esta ciudad está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1995. Un lugar lleno de grandes curiosidades, ya que fue la única ciudad que fundaron los portugueses en las costas del Río de la Plata. Pero, no nos despistemos, que aquí hemos venido a hablar de los suspiros.

La Calle de los Suspiros es una pequeña calle del centro histórico de Colonia del Sacramento. No tendría más historia que sus piedras de cuña que la pavimentan, si no fuera por las leyendas que circulan a su alrededor. Con un nombre así ya uno se imagina que algo tiene que tener detrás, ¿verdad?.

Su nombre original era el de Calle Ansina. Por aquella época pasaban por aquí viejos marineros, cansados de faenar, en busca de los bares y tabernas de Colonia del Sacramento. Pero, los suspiros vienen por otro lado…

Hay muchas historias y leyendas que intentan adjudicarse el porqué a esta calle se le conoce así. Se habla de los condenados a muerte que pasaban por esta calle, o los prostíbulos que había en ella, y que levantaban los suspiros de los rudos marineros.

Nosotros nos dejamos llevar un poco por todas esas leyendas y también suspiramos. Suspiramos cuando cruzamos esta calle, angosta y estrecha, muy pequeña, íntima y acogedora. Calle de postal desde la que se divisa la desembocadura del Río de la Plata, calle de piedras de cuña enormes, que con tacones cruzarla más de un suspiro levantaría.

Y calle de viejas casas coloniales del siglo XVIII, casi tan viejas como el suspiro que las construyó. Calle de recuerdos, de pasado, presente y futuro, de adoquines y farola amarillenta al caer la tarde. No deja precisamente de ser eso nada más, una calle, una calle cualquiera… pero una calle de suspiros.

Foto Vía Bernardo Galmarini

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