La Roca Dorada de Myanmar

¿Qué pensáis?, ¿se cae o no se cae la roca?, ¿apostamos algo?. Yo diría que no, vista la cantidad de años que llevará esta roca casi suspendida en el aire. Será por Buda, será por mil quimeras, pero la Roca Dorada de Myanmar, la antigua Birmania, es uno de los destinos más llamativos de este país de color.

Esta curiosa Roca Dorada, que en birmano es algo así como Kyaiktiyo, se halla en Kento, a unas dos horas en autobús de Rangún, la capital de Myanmar. El viaje hasta allí es bastante curioso, ya que al ser un lugar de peregrinación, en el autobús proyectan un DVD con un discurso de un monje budista.

Se enciende la tele, esperas ver una peli para animar el trayecto, y aparece este señor bajito sin parar de hablar una lengua demasiado extraña, tanto por lo temprano que es, como por el vocabulario… Ni Indiana Jones lo hubiera previsto mejor… y eso que aún queda lo mejor…

En resumidas cuentas, el DVD narra en dos horas la leyenda de la Roca Dorada. Dicen que hasta aquí se trajo en barco un pelo de Buda ( no se dice de qué parte del cuerpo ), y una vez entregado se convirtió en la roca que podemos ver hoy. ¿Quién se anima a tocar ahora la roca?…

Pues son miles y miles de peregrinos los que cada año se acercan hasta este lugar sagrado. Eso sí, antes hay que atravesar las tres mil trescientas curvas que hay desde Kento, el campamento base, hasta la propia Roca Dorada. Claro, contando con que vamos en una furgoneta con cincuenta personas…

El trayecto se hace realmente curioso. Piensas que estás en la otra esquina del mundo, Dios sabe dónde de esa esquina ( o Buda en este caso ), metido en una furgoneta de tablones de madera, con otras cincuenta personas, subiendo y bajando caminos de tierra y precipicios… ¡¡¡ y sólo para ver una roca dorada !!!.

Sin embargo, la experiencia merece muchísimo la pena. Sobre todo cuando bajas de la furgoneta y piensas que has llegado. Miras buscando la roca y te dicen muy amablemente: “No, señor, ahora hay que ir caminando una hora hasta la cumbre”… Por una roca, señores, por una roca…

Por fin llegas a la cima y allí está, la Roca Dorada. Un lugar sagrado para los budistas, y turístico para los demás. Rodeados de tenderetes y de gente por todas partes, es el momento de acercarte y comprobar el equilibrio científico o místico que esta roca tiene sobre el borde del acantilado.

Te da incluso hasta un poco de miedo tocarla, no vaya a ser que se le ocurra caerse por tu culpa, y es lo que faltaba ya para rematar la faena. Me imagino que en pocos segundos sales tú detrás de la roca, por el mismo camino. Quizás incluso sería lo mejor, teniendo en cuenta el viaje de regreso que nos espera, ¿no?…

Foto Vía Tripadvisor