Claro, cuando a uno le dicen que te vas a montar en un pequeño barquito construido ya desde el 3.000 a.C, pues, qué queréis que os diga, acojona un poco, ¿no?. Pero, no os preocupéis, ya que los caballitos de totora que ahora se pueden usar son modernos, aunque el formato de la embarcación sí que tiene miles de años de antigüedad.
Estos caballitos de totora que ahora son muy turísticos en nuestros viajes a Perú, servían para el trabajo del pescador peruano. Son algo así como pequeños barquitos vikingos, muy parecidos en cuanto al extremo que se puede ver en la proa. Lo curioso es que hoy se siguen haciendo tal cual lo construían hace tres mil años.
Tuve la suerte de ver el proceso de elaboración de uno de ellos. Tardan semanas en hacerlo, sobre todo de esa manera tan rudimentaria. Seguro que con técnicas más avanzadas tardarían mucho menos, pero sin embargo perdería todo su encanto.
La mayoría de estos caballitos de totora pueden verse en Huanchaco, ciudad costera al norte de Perú, a casi mil kilómetros de Lima, pero muy cerquita de Trujillo. Estos caballitos están construidos con una especie de junco, llamado totora. Los tallos de totora se meten en agua, para evitar que se quiebren, y luego se dejan secar al sol para más tarde ir dándoles forma.
Os puedo asegurar que cuando los ves en la arena piensas que aquello no va aguantar mucho el batido de las olas. Sin embargo, nada más entrar en el agua, el caballito de totora cabalga con suma y lenta facilidad sobre el mar. El guía necesita, eso sí, mucha fuerza, pericia y equilibrio para llevar el guayaquil, así es como se conoce al remo.
Tampoco será la primera vez que veamos a jóvenes lugareños y turistas surcando las olas a modo de surf en uno de los caballitos de totora. Quién se lo iba a decir hace tres mil años al que hizo por primera vez uno de estos caballitos…
Hoy en día hay caballitos de totora que se han adaptado perfectamente al turismo. Nosotros en nuestros viajes a Perú nos montamos también en uno de dos plantas, algo así como un caballito de totora turístico. Sin embargo, la experiencia de quedarte en la playa hasta el atardecer, y ver a los pescadores tradicionales faenando en sus caballitos de totora con la caída del sol es algo único.
Por algo están declarados Patrimonio Cultural de la Nación peruana. Y pensar que en la costa norte de Perú llevan faenando de la misma manera desde hace tres mil años…
Foto Vía World 66
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